“Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Esta conocida frase del periodista uruguayo Eduardo Galeano resume la esencia del día a día de los voluntarios en todo el mundo. Para convertirse en voluntario no hay que cumplir ningún requisito específico: lo único que se necesita es una buena dosis de compromiso y ganas de colaborar con una causa.
¿Por qué es una buena idea apuntarse al voluntariado social? Lo que ha hecho grande al ser humano, a las sociedades en las que crece, es su disposición a colaborar con sus semejantes. La ayuda al prójimo de manera desinteresada, en primera persona, es uno de los grandes valores que necesita la ciudadanía para prosperar sin dejar a nadie atrás en el camino. Un voluntario siempre estará unido a su comunidad y podrá mejorarla desde dentro como un agente de cambio social.
En este sentido, Fundación Áurea apoya varios programas de voluntariado, como Avismón, un servicio de atención domiciliaria de carácter gratuito para personas mayores sin recursos. También colabora con entidades en Barcelona y alrededores, como la AECC, Cáritas, Creu Roja y el programa Cuida’m, del Hospital Sant Joan de Déu, entre otros; el listado completo se puede consultar aquí.
Cada vez más sectores de la sociedad se convierten en protagonistas de acciones de voluntariado: instituciones, ONGs, colegios y Universidades… El mundo empresarial también está asumiendo su propio papel en esa labor social a través del denominado voluntariado corporativo, un concepto que desarrollan en este artículo del medio especializado Corresponsables.
En definitiva, no importa si somos personas jurídicas o físicas: cerca de nosotros hay varios organismos que están ayudando a otras personas y colectivos en dificultades y sí, nos necesitan. ¿A qué esperamos para colaborar como voluntarios?